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Mostrando entradas de noviembre, 2014

LA GRANDEZA DE LAS COSAS PEQUEÑAS

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En una ocasión vivían un maestro y un discípulo en sendas ermitas en lo alto de una montaña, separadas por un pequeño sendero. Junto a la ermita del maestro se hallaba un pequeño templo que sólo tenía una estatua de Budha de piedra desgastada por el tiempo. El discípulo llevaba 15 años practicando con una determinación fuerte y gran voluntad. Se levantaba a las 4:00 de la mañana y se dirigía en medio de la noche hasta un pequeño riachuelo donde se aseaba, incluso en el frío invierno cuando el camino estaba cubierto de nieve. Luego tomaba agua y se dirigía a la celda del maestro donde preparaba el té y un poco de arroz para el refrigerio matutino. Pasaba gran parte del tiempo en el templo recitando sutras y ejercitando su zazén. Su postura llegó a ser admirable, su inmovilidad infranqueable. El maestro observaba su férrea disciplina y reconocía su obediencia y constancia. Era un discípulo ejemplar. Era servicial y bondadoso; estudioso, disciplinado, lo tenía todo.

CENTRO

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Los centros nos atraen. En cierto modo cuando miramos algo que tiene un centro es como si nos produjese equilibrio, estabilidad y casi no podemos separar la mirada de ese efecto hipnótico que suscita un punto centrado hacia el que confluye algo. Movimiento estático. La historia del arte y en especial del arte espiritual está plagada de representaciones con-céntricas. Mandalas, pantocrator, bóvedas, ruedas del dharma, reinos de los mundos de la reencarnación etc. todo ello se expresa en una forma sencilla que nos atrapa: Un círculo con un centro. Este símbolo es tan potente porque resuena con nuestra naturaleza a nivel subconsciente.

LA JOYA DE LA COMPASIÓN

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La meditación es una práctica muy concreta. Detenemos nuestro ritmo de vida ordinario y permanecemos inmóviles dejando que nuestros pensamientos y razonamientos, nuestra memoria y nuestros deseos  se serenen . La práctica meditativa nos descubre la ilusión de n uestro ego. El ego se experimenta no como algo sustancial y objetivo, sino como un instrumento de nuestra mente. Es relativo, ya que su naturaleza es relacional y por ende, una dinámica de energía e información. Por medio de la meditación es posible que la conciencia se vaya desapegando poco a poco de la imagen que tenemos de nosotros mismos fijada en nuestro ego y se abra a otros niveles del ser.

REFLEJOS

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La realidad es como un caleidoscopio. Cada vez que abrimos los ojos por la mañana nuestra mente empieza a recomponer el mundo perdido durante el sueño y a situarnos en la realidad. Igual que los cristalitos de color del caleidoscopio, que cada vez que se dan vuelta se reestructuran formando un dibujo nuevo y hermoso, una y otra vez. A medida que vamos siendo adultos nuestra mente se va obsesionando con la imagen que nos hemos construido de nosotros mismos y poco a poco filtramos todo lo que vivimos a través de esa imagen.

ESPEJISMOS

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la meditación es una práctica por medio de la cual nos asomamos a una experiencia distinta, a una manera diferente de vivir la realidad, la única realidad que nace del vacío de infinitud. Otra toma de conciencia. Nuestra mente, condicionada por los sentidos, la memoria, la inteligencia etc. experimenta una forma de conciencia de la realidad parcelada: aquí una mesa, aquí un ciprés, aquí mi hermano, entre medias aire y así sucesivamente. Esta forma es principalmente útil para la supervivencia diaria al igual que el resto de seres vivos, pero hay una diferencia esencial. La mayoría de los seres vivos tienen un tipo de conciencia inmediata de su entorno. Es como si las sensaciones para las que sus sentidos están adaptados se convirtieran en las gestoras de su movimiento y por tanto de su vida. El caso humano tiene una característica completamente distinta, la consciencia en el ser humano no es mera consciencia de sensaciones, sino de la representación mental del mundo que realiza el ce