En nuestro imaginario ancestral, el agua ha significado la vida. No se trata de un símbolo aleatorio, es evidente que nuestra supervivencia como seres vivos ha estado vinculada al agua ya que somos mayormente agua, Pero, al igual que el agua fluye y nunca es la misma, no se detiene nunca y adopta la forma de cualquier recipiente con total flexibilidad, nuestro ser fluye igualmente sin detenerse un instante: de nuestro ser hoy hacia a nuestro ser después. Nunca somos lo mismo. Si tenéis alguna duda al respecto basta poner una fotografía vuestra de hace unos años en el espejo y ver la diferencia. Una fuente constante de sufrimiento es resistirse al cambio. Al cambio de los años, sin duda, pero también al cambio de trabajo, al cambio de ciudad, al cambio de colegio, al cambio... Nuestra sociedad nos propone como modelo la estabilidad, la fijación a los principios inmutables. De jóvenes se busca la innovación, la mente es más flexible y dinámica, luego poco a poco uno se va resistiend...
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