ZEN: RELIGIÓN O ESPIRITUALIDAD

Templo Bailin, foto cortesía de Belén Trueba, maestra zen

Hay quien dice que hoy estamos en una profunda crisis espiritual y como argumento hablan de la crisis de la religión, pero ¿es lo mismo religión que espiritualidad?

Yo me inicié en la práctica del zen, como muchos otros, por una búsqueda espiritual, aunque en ese momento no podría definir en qué consistía esa búsqueda y mi conclusión inicial fue, que muchos, al final, nos identificábamos con formas de expresión religiosa, que de una u otra forma "entretenían y sostenían"  la búsqueda, pero no siempre me acercaban a la experiencia de la realidad tal y como es. Por eso, desde hace ya muchos años vengo haciéndome esa pregunta ¿cuál es la diferencia entre religión y espiritualidad? Estoy seguro de que muchas personas también se la hacen, por eso quiero compartirla.

No quiero con mi reflexión ofender a nadie y por ello no veáis en estas palabras mas que la opinión, que fruto de mi experiencia, he ido desarrollando durante años. Podría comenzar este post con las palabras del padre de la psicología experimental W. James: 
Las iglesias, una vez establecidas, viven por tradición de segunda mano, pero los fundadores de cada iglesia debían originalmente su poder al hecho de su comunión personal directa con la divinidad  
Pero, aunque este texto ya muestra una distinción, creo que hay que ir más allá de lo que observa el insigne psicólogo. Cuando hacemos esta separación ¿qué es lo que subyace en el fondo de nuestra comprensión? En primer lugar, lo más evidente, a mi juicio, es la diferencia entre experiencia subjetiva y estructura identitaria. En efecto, hasta ahora la mayoría de las experiencias espirituales se producían en el seno de una tradición religiosa. Esto era posible gracias a un marco interpretativo de la realidad (la base de lo que constituyen las creencias) junto a un conjunto de normas morales que orientan la conducta según esas creencias y una serie de prácticas ascético-rituales que regulan los procesos de interiorización, cuyo fin es experimentar la realidad representada en la creencia. 


hasta ahora la mayoría de las experiencias espirituales se producían en el seno de una tradición religiosa


Así pues, nos encontramos con dos polos que no siempre se relacionan bien. Por un lado, una experiencia turbadora, misteriosa, y profundamente feliz, que cambia los parámetros de relación con todo lo que nos rodea, y por otra, un marco de interpretación, o marco hermenéutico. La religión parte de una experiencia espiritual, pero cuando tiene que ser comunicada debe recurrir a marcos hermenéuticos conocidos. Así es como nace una religión constituida como un conjunto de planos de interpretación y símbolos, vinculados a prácticas que permiten acercarse a la mencionada experiencia. Es aquí donde surge el conflicto. Conflicto que han vivido numerosos seres espirituales a lo largo de la historia y que en algunos casos les ha costado la vida. ¿Cuál es la razón de esta dimensión destructiva de la religión por todos conocida? ¿Cómo es posible que en nombre de la religión se exterminen pueblos, se soporten guerras, se oprima a las personas, se manipulen las conciencias, se anule la libertad, o se condene la opinión? 

A mi juicio, el problema está en "la creencia". La dinámica de la creencia se sustenta en la cesión del sentido de verdad. Cuando se acepta un marco hermenéutico y se identifica con una realidad no perceptible ni contrastable, la persona queda en manos de la estructura. La estructura religiosa, la tradición, ofrece un conjunto de prácticas rituales que modulan el sentimiento que llamamos devoción.

El paso de la creencia a la experiencia espiritual es la clave. Hay personas que encuentran seguridad en el terreno de la creencia y se sustentan emocionalmente en la práctica devocional. Pero lo que constituye la esencia de la experiencia espiritual es la conciencia no dual. Por eso el zen es tan reticente a cualquier expresión devocional. Por eso es tan radical y tan iconoclasta. "Si ves al buda...mata al buda". No se trata de despreciar el ritual y la devoción, se trata de no dejarse enredar con nada que nos saque de la verdadera naturaleza, una e incomprensible y nos lance al mundo de la ilusión dual, de objeto y sujeto, de ser experimentador, experiencia y ser experimentado. Salir del mundo dicotómico de lo sagrado y lo profano, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, el mérito y el pecado, el buen y el mal karma, el fiel y el infiel, etc.

El zen, opta por detener los procesos. La dualidad se construye en un movimiento de proyección mental. Por eso, la experiencia zen no es una búsqueda espiritual. No hay nada que buscar, porque eso significaría que hay algo que puedo que encontrar. Es todo lo contrario, se trata, más bien, de dejar de construir la experiencia dual. Cuando dejamos de escapar de lo que "somos" de verdad para construir la ilusión en la que "somos algo" entonces simplemente se muestra la verdad, la realidad en sí misma, sin dualidad, sin fragmentación, sin antes ni después. El gran maestro Lin Chi (Rinzai) dice: 
Nada es más precioso que ser un hombre que no tiene nada que buscar. Simplemente no hagan surgir ningún antojo ni capricho, y sean sencillamente ustedes mismos. 
Por esto el zen no es espiritual ni material, no es un sentimiento ni una devoción, no es un modo especial de vestir, o de comer, o de comportarse y mucho menos una religión. Todos estos aspectos de la vida  se ven empapados de la experiencia zen, pero no es algo predeterminado o "normalizado". El zen resume la quintaesencia de la experiencia de no dualidad, afilada permanentemente por el contraste continuo de la manifestación del ego, momento a momento. Porque no podemos evitar que el ego se despierte y nos suma de nuevo en el sueño de la ilusión. De hay vienen los grandes "mondo". Esos diálogos entre maestros iluminados que parecen ilógicos y en casos absurdos. El objetivo no es otro que escapar del pensamiento causal que coloca la mente en una relación del ego con los acontecimientos. Un ejercicio que se repite una y otra vez.

La religión puede ser una puerta hacia la experiencia no dual, pero siempre que permita salir de la creencia y entrar en la experiencia de unidad. Sin embargo, muchas veces se habla de "unificación" hacerse uno, como si previamente hubiera dos y tras un proceso se llega al uno. El zen parte del hecho de que no existe dualidad. Que lo que llamamos mundo dual, fenoménico, experiencia objetiva, es sólo un juego una ilusión. No hay fenómenos o vacío. No hay formas o vacío. El prajna paramita sutra dice: "El vacío ES la forma, la forma ES el vacío. Esto es una afirmación radical. No hay un lugar al que llegar. El final y el principio del camino están unidos. No hay un estado que alcanzar. Basta despertar del sueño para ver que lo que se interpone entre la experiencia de la realidad tal y como es es sólo nuestro ego, nuestros deseos y nuestras aversiones, nuestros prejuicios y nuestra visión reducida y parcelada de la experiencia. No hay que ir a ningún sitio, porque ya estamos. Basta no escapar de ahí.
¡Gracias Alexander Poraj, mi maestro y sucesor de Willigis Jaeger que me has permitido acercarme a esta experiencia!

Puede haber crisis religiosa. Es imposible que haya crisis espiritual.

Comentarios

  1. Muy bien explicado, gracias. Supongo que hay que quitar capas a la cebolla ;) Me ha recordado a esa frase que dice: Buda no era Budista. Jesús no era Cristiano. Mahoma no era Musulmán. Eran maestros que enseñaban del amor, el amor era su religión o algo así. Un abrazo Miguel

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    1. Gracias Jorge por tu comentario. En efecto, hay una gran diferencia entre vivir una experiencia y construir un sistema religioso. No creo que los llamados fundadores de las religiones tuvieran tal intención

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