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Mostrando entradas de febrero, 2014

LA ACCION DE LA NO ACCION

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La acción de la no-acción. Esta es una expresión que se usa con frecuencia en el zen. Algunas personas piensan que a los autores que practican zen les encantan las frases contradictorias y paradójicas, como si el usar frases extrañas diera un poco de "caché" dejando con la boca abierta cuando la pronuncias. O bien, como una vez me pasó con un cura de pueblo que en sus homilías hablaba de física cuántica y de astronomía etc. y cuando preguntabas a la gente si entendía algo decían: ¡no se entiende nada, pero habla con un convencimiento! Pues bien, no se trata de nada de eso. La expresión "acción de la no-acción" refleja que es muy difícil explicar con la lógica lineal de la mente racional algo que se hace pero que consiste en no hacer. En efecto, la práctica zen consiste en tomar una decisión, en ponerse manos a la obra, es decir se trata de hacer algo, con todas las características de una acción: valoración, decisión, intención y actuación. Pero, la actuación co

CONVOCANDO A LOS DEMONIOS

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Los pensamientos destructivos. son aquellos que conectan con las partes negativas de nuestro ego. Cada uno de nosotros traemos una historia adjunta. Una parte de ella es fruto de nuestras experiencias traumáticas personales y otra parte pertenece a un plano transpersonal. Son arquetipos de sufrimiento y miedos ancestrales que, a través de nuestros antepasados y en especial nuestros padres, conectan con nuestra experiencia individual a través de acontecimientos concretos de nuestra historia de nuestras emociones. No todos, por ejemplo,   tenemos miedo a las mismas cosas ni nos afectan  de la misma manera idénticos acontecimientos o situaciones de la vida, sin embargo, sabemos que hay una zona en nosotros que responde a determinadas circunstancias con pensamientos pesimistas, miedos, boicot, depresión, ansiedad, ira, etc.  eso que C.G.Jung denominó la sombra. Muchas personas que llevan tiempo meditando me han dicho que se desestabilizan mucho cuando asoma esta sombra. En algunos casos

COMO HUMO DE INCIENSO

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Hay pensamientos que son como humo de incienso. Esto significa que a diferencia de las nubes que, símplemente, pasan delante de nosotros con formas variadas y sin conexión alguna, incluso sin que nos signifiquen mayor implicación emocional, hay otros pensamientos que son como el humo del incienso. Que se elevan formando volutas continuadas que no terminan de marcharse porque la fuente sigue ahí soltando humo, pero que tienen un "aroma" que nos atrapa. Son esos pensamientos que tocan un recuerdo emocional. Ese momento en que tendría que haber dicho... Esa situación tan dulce que empuja mi ensoñamiento una y otra vez a refugiarse en el cúmulo de sentimientos que tras la imagen se van encadenando como las cerezas cuando toma unas y vienen otras mas juntas. Este tipo de pensamientos están asociados a muchos factores. Unas veces es a la estimulación visual previa, a determinada alimentación, a la comodidad o incomodidad de la postura, incluso a los sueños previos. Lo primero

COMO NUBES EN EL CIELO

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COMO NUBES EN EL CIELO Todos los que meditamos sabemos que una de las principales dificultades que, en muchos casos hacen que se abandone la práctica es la molestia que se vive al sentir el ir y venir constante de los pensamientos. Los antiguos monjes del desierto egipcio, que dedicaban muchas horas a la contemplación hicieron una aportación muy interesante al respecto. Ellos lo denominaron la experiencia de los  "logismoi". Cierto es, que la instrucción básica en el zen es no hacer caso a  los pensamientos, dejar que pasen como nubes en el cielo. El problema es que existen muchos tipos de pensamientos. Unos provienen de la pura memoria, sin implicación. Es lo que denominamos fantasía. Puras imágenes inconexas que surgen unas tras otras como si fueran ensoñaciones. Son pensamientos que nos separan de la realidad haciendo que la mente se refugie en una especie de nebulosa semiconsciente ante una cascada de imágenes provenientes de miles de datos acumulados. Es como si se

LEVANTARSE DEL COJÍN

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LEVANTARSE DEL COJÍN Una amiga me escribe hoy para decirme qué difícil es levantarse del cojín. Ese ya es un buen signo, porque al principio lo difícil es sentarse. Sin embargo, tengo que decir que la entiendo perfectamente. Con frecuencia nuestro ego se agarra como a un clavo ardiendo cuando suena la señal y debemos seguir con nuestras tareas. En los monasterios se usan algunas prácticas para evitar esta sensacion de ruptura: practica del silencio en comida y trabajo, etc. Esto puede ayudar, pero, en último término el trabajo es interior. Para evitar la ruptura, para evitar el juego del ego que distingue, ahora medito, ahora voy a la vida "real", a mi juicio, hay un camino muy eficaz. En lugar de intentar que el ego desaparezca, es mejor "aliarse" con él. Esta alianza consiste en aceptar que es el ego el que crea la diferencia y ser consciente de que es sólo una estrategia. No soy yo quien actúa y deja atrás el estado meditativo, que visto así es una acció

CUANDO COMO. COMO

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Aprendiendo de Simba Simba es mi perro. Con frecuencia me mira con ojos penetrantes como si dijera... no entiendes nada, tío. Y muchas veces siento que tiene toda la razón. Los seres humanos hemos hecho de la vida un "proyecto" que como su propio nombre indica es "lanzar algo hacia adelante". La vida se nos escapa de las manos como si fuera arena, porque nuestra mente está pensando en lo que ahora no tenemos o en lo que pudo ser y no fue. En definitiva, no vivimos. Simba, en cambio, conecta instante a instante con  el aquí y ahora. Él me enseña que meditar no es relajarse aunque hay que estar relajado, ni es estar concentrado y alerta aunque hay que mantener la atención abierta. Medtiar es estar en el presente con plena conciencia, pero sin los enredos del ego. Sin expectativas ni refugio en la memoria, atento al aquí. En ese punto, cesa la interpretación de la vida y empieza la vida a ser vivida. Por eso Simba hace como el maestro del cuento zen: Un día un dis

RESPIRAR

Lento el aliento se recoge, Se hunde en el fondo del alma. Penetra hasta lo más recóndito Y… lento, muy lento, se marcha. El espíritu le observa y pretende Como agua entre las manos sujetarlo El aliento, esquivo, no se engancha El aliento, lento, muy lento, se marcha. El corazón arrogante anhela Sentir cómo el aliento avanza, Penetra,  y se clava en el fondo del alma Pero él, lento, muy lento se marcha. La loca fantasía le persigue Recorre todas las estancias Va tras su estela de plata Pero él no se inmuta…y se marcha. El aliento, como el mar frente a la orilla, Con su ir y venir en calma Sin ser controlado por nadie Él sólo apacigua el alma Y luego…lento, muy lento se marcha.