LA ACCION DE LA NO ACCION



La acción de la no-acción. Esta es una expresión que se usa con frecuencia en el zen. Algunas personas piensan que a los autores que practican zen les encantan las frases contradictorias y paradójicas, como si el usar frases extrañas diera un poco de "caché" dejando con la boca abierta cuando la pronuncias. O bien, como una vez me pasó con un cura de pueblo que en sus homilías hablaba de física cuántica y de astronomía etc. y cuando preguntabas a la gente si entendía algo decían: ¡no se entiende nada, pero habla con un convencimiento! Pues bien, no se trata de nada de eso. La expresión "acción de la no-acción" refleja que es muy difícil explicar con la lógica lineal de la mente racional algo que se hace pero que consiste en no hacer.
En efecto, la práctica zen consiste en tomar una decisión, en ponerse manos a la obra, es decir se trata de hacer algo, con todas las características de una acción: valoración, decisión, intención y actuación. Pero, la actuación consecuente consiste en no hacer, en detener toda acción. Zazen es sólo sentarse, detener todo movimiento de cuerpo y de mente y quedarse ahí.
Esto puede parecer una estupidez ya que la vida es movimiento, ¿Qué sentido tiene y para qué vale el detener este flujo vital que se expresa en el movimiento? En realidad no hay una finalidad para hacer zazen, se trata más bien, de simplemente tomar conciencia. Es como la velocidad de un autobús. Cuando uno va subido en él parece que todo está parado dentro, que nada se mueve, no somos conscientes del flujo del vehículo, pero si se detiene de golpe, todo se precipita y se experimenta esa energía de la velocidad. Una cosa parecida ocurre en zazén. La energía de la vida que fluye continuamente al detener toda actividad se hace presente en un instante. Precisamente cuando la mente se detiene la realidad se muestra tal cual es, sin distinciones ni rupturas, y el instante, lo que llamamos momento presente se experimenta como único, como el único tiempo y siempre el mismo. Este es el resultado de la acción de la no-acción. No es que el yo se vuelva no yo, sino que desaparece toda distinción entre yo y tú, entre yo y el mundo, entre ahora y antes o después.
Esto no es algo a conseguir, es lo que es, ahora y aquí. No hay lugar al que ir, ya estamos. Por eso me conmueve la frase de Sin Jin Mei: "Para entrar directamente en armonía con esta realidad, cuando las dudas surjan, simplemente di: no dos; en ese no dos nada está separado, nada está excluído, no importa cuándo ni dónde: iluminación significa entrar en esta vedad.
Ahora bien, muchos nos preguntamos, ¿En qué me ayuda esta experiencia en mi vida, en mi trabajo en el quehacer diario que tiene que ser acción constante?
Tal y como yo lo veo, me ayuda a relativizar el sentimiento de absolutización que imponemos a nuestras acciones. Queremos hacer las cosas bien, que se nos recuerde por lo que hemos logrado, que se nos reconozca, buscamos eficacia y nos complacemos en lo que hacemos. Esta actitud nos apega a nuestras acciones. La acción de la no-acción nos  quita importancia a nosotros para situarmos en el plano de quien observa cómo el flujo de vitalidad pasa por uno. Incluso yendo más allá. Lo que hacemos puede ser constructivo o destructivo, puede ser grandioso o miserable, pero la acción de la no acción lo que nos posibilita es que no sea inconsciente

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