COMO HUMO DE INCIENSO

Hay pensamientos que son como humo de incienso. Esto significa que a diferencia de las nubes que, símplemente, pasan delante de nosotros con formas variadas y sin conexión alguna, incluso sin que nos signifiquen mayor implicación emocional, hay otros pensamientos que son como el humo del incienso. Que se elevan formando volutas continuadas que no terminan de marcharse porque la fuente sigue ahí soltando humo, pero que tienen un "aroma" que nos atrapa.
Son esos pensamientos que tocan un recuerdo emocional. Ese momento en que tendría que haber dicho...
Esa situación tan dulce que empuja mi ensoñamiento una y otra vez a refugiarse en el cúmulo de sentimientos que tras la imagen se van encadenando como las cerezas cuando toma unas y vienen otras mas juntas.
Este tipo de pensamientos están asociados a muchos factores. Unas veces es a la estimulación visual previa, a determinada alimentación, a la comodidad o incomodidad de la postura, incluso a los sueños previos.
Lo primero que hay que hacer ante esto es no juzgar, no son ni buenos ni malos, no hay moralidad tras un fenómeno impermanente y fugaz. En segundo lugar, a mí me ayuda la focalización de los sentidos. Si en mi sala de meditación hay una vela y un incienso, se produce una especie de "fijación" de los sentidos que ayuda a que los sentimientos se fijen también. Por último. Ante esta circunstancia, no hay que desesperarse, pensemos que la función de la mente, aquello para lo que la hemos educado durante muchos, muchos años es a producir pensamientos, ha hacer suposiciones, ha proyectar situaciones. La mente es una especie de super-simulador, cuya función es crear circunstancias virtuales ante las que tendríamos que reaccionar caso de que se dieran en la realidad. Esa es su función. Pero también hay otras funciones que están apagadas. Por ejemplo, cuando la mente se tranquiliza y reduce la producción de pensamientos surge la función intuitiva de la presencia de la conciencia pura. El mero contacto con la información del universo. Esta también es una función de la mente y por eso si confiamos en que está ahí y le damos su sitio aflora, aunque sea un  simple destello. A partir de ahí se aumenta la confianza, sin objetivo fijo. Confianza en que las cosas no son como nos han dicho. Que en nuestro interior hay otras capacidades que funcionan no tanto desde el ego estructurado sino más allá del mismo, en el plano transpersonal. Este es un primer paso hacia la no dualidad, hacia la experiencia del no dos. A esto ayuda la práctica zen.

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