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Mostrando entradas de junio, 2017

NUBARRONES EN EL HORIZONTE

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Cuando la práctica nos introduce en experiencias difíciles es cuando se desprenden los añadidos de nuestra mente a la pureza de la conciencia. No resulta fácil aceptar la tribulación. Unas veces ésta nace de emociones agitadoras, otras veces nace del apego a sensaciones agradables como la paz interior o esa conciencia oceánica de tranquilidad placentera en la que se asienta la mente después de un tiempo prolongado de práctica. Es inevitable tener la sensación de que "no hay progreso" o de que se está yendo hacia atrás, que de nuevo nos vemos abrumados por la agitación que ya pensábamos que "estaba superada". Todo eso son pre-juicios. Es como si internamente y, a pesar de lo que nos han hablado siempre de "no tener metas" ( mushotoku ), vivir la experiencia tal y como es, aceptar nuestros sentimientos, etc. nos sintiéramos profundamente frustrados y con una sensación de no avanzar. Es como si la práctica no sirviera para mucho. Otra vez la mente ca

LOS TRES ESTUDIOS

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Alumbrar la existencia, producir concentración, dejar que salga la sabiduría.  La práctica del zen se basa en estos tres elementos, no como si fueran fases consecutivas, sino como la armonía que surge del tañer de tres campanas. Evidentemente que cada una tiene una tonalidad y por separado pueden sonar muy hermoso, pero la conjunción de las tres no es la suma de tres sonidos sin más, es como una realidad nueva y diferente a lo que son  por separado. Cuando tres sonidos se superponen dejan de ser cada uno y forman un conjunto armónico con entidad propia. De la misma manera ocurre con los tres estudios. Alumbrar la existencia. En lengua pali se dice Sila y se traduce por ética, pero no se trata de reglamentos morales para encauzar la conducta. En la práctica zen se trata de la disciplina de mantenerse en el ser. La idea general que tenemos de la ética es la de un esfuerzo. En cambio el Shin Jin Mei dice: "el camino perfecto carece de dificultad". Mantenerse en el ser e

EL ARTE DE LO SUTIL

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La práctica zen es el arte de lo sutil. Cuando miramos esta maravilla de la naturaleza que es el diente de león sabemos que el más leve movimiento hace que las semillas voladoras se desprendan y en un instante se deshace la hermosa forma de globo de esta planta. Algunas veces cuando practicamos meditación, en el fondo más oculto de nosotros mismos, puede surgir un sentimiento de complacencia, de sabernos diferentes, de haber sido capaces de superar dificultades físicas, mentales o emocionales y de, a pesar de ello, mantenernos firmes en el ejercicio.  Cuando damos cabida a ese sentimiento es muchas veces porque nuestra práctica ya es avanzada y la meditación no supone un gran esfuerzo, sino un estado ecuánime y agradable que se mantiene de forma más o menos habitual. Pensamos que el trabajo ha merecido la pena, que hemos cosechado frutos de serenidad, paz, control de nosotros mismos, confianza en la vida etc. En definitiva, nos sentimos más felices y eso aumenta esa sutil se