LOS TRES ESTUDIOS

Alumbrar la existencia, producir concentración, dejar que salga la sabiduría. 

La práctica del zen se basa en estos tres elementos, no como si fueran fases consecutivas, sino como la armonía que surge del tañer de tres campanas. Evidentemente que cada una tiene una tonalidad y por separado pueden sonar muy hermoso, pero la conjunción de las tres no es la suma de tres sonidos sin más, es como una realidad nueva y diferente a lo que son  por separado. Cuando tres sonidos se superponen dejan de ser cada uno y forman un conjunto armónico con entidad propia. De la misma manera ocurre con los tres estudios.

Alumbrar la existencia. En lengua pali se dice Sila y se traduce por ética, pero no se trata de reglamentos morales para encauzar la conducta. En la práctica zen se trata de la disciplina de mantenerse en el ser. La idea general que tenemos de la ética es la de un esfuerzo. En cambio el Shin Jin Mei dice: "el camino perfecto carece de dificultad". Mantenerse en el ser es algo natural. Lo que somos está siendo. El ser es dinámico, si queremos usar esa expresión; nunca es igual, momento a momento cambia. 

Por el contrario nuestro sistema cognitivo centrado en la identidad del yo es un punto fijo imaginario. Es un punto de referencia desde donde el ser dinámico y cambiante se observa cambiando y por eso se siente otro. La ética de las costumbres es un recetario de actitudes "fijas" que se aplica a circunstancias preestablecidas. Por eso, en nuestra sociedad ética y casuística están muy unidas y buscamos principios racionales que justifiquen esa casuística. La propuesta del zen es más radical. ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es lo malo? ¿Cómo actuar en esta o aquella circunstancia? Nada de eso importa. Son preguntas vacías ante una realidad que no existe.

La ética de las costumbres es un recetario de actitudes "fijas" que se aplica a circunstancias preestablecidas

Esto puede desconcertar a nuestra mentalidad. Pero en la práctica zen se experimenta el valor del instante y la acción concomitante. Intentamos no actuar desde una automatismo impuesto, sino desde la frescura consciente de las circunstancias que concurren en este preciso instante.
Desde aquí la acción se convierte en la expresión de la conciencia que alumbra la existencia en este momento. Y en este momento concurren muchos factores de existencia, de forma que sólo siendo consciente de esos factores concretos mi respuesta puede ser adecuada. Y será adecuada si responde a todos esos factores. 

No hay respuesta buena o mala, sólo depende de la concurrencia de los factores y de las consecuencias que se derivan. Soy consciente de que se me puede objetar que una sociedad necesita de normas etc. Claro, pero se trata de una solución práctica para la convivencia general, igual que las normas de seguridad vial o de civismo. Si nos apegamos a normas o reglamentos podemos caer en el error de la complacencia y detener en ese punto el avance hacia la experiencia de la verdad. La razón es muy simple, una vez que haces fija la vida con sus acciones preestablecidas rompes la dinámica de percepción del cambio y del flujo de la existencia, te quedas anclado en lo que una vez fue correcto.

Esta acción correcta es imposible sin una recta concentración. Ejercitar el samadhi o concentración tal y como se dice en pali. La concentración nos ayuda a reforzar la presencia en el momento para alumbrar la existencia. Cuanto mayor es la capacidad de concentrarnos más fácil es percibir la impermanencia y la necesidad de mantener la intención firme en la práctica, que nos acerca a la experiencia tal y como es. Lo contrario es "adormecerse" en la apariencia del no cambio, de la permanencia de las cosas y del apego que nace de la misma.
Así pues, alumbrar la existencia y producir concentración son dos caras de la misma moneda que se refuerzan mutuamente. A mayor concentración más consciencia, menos reacción impulsada por patrones y más experiencia de la existencia, manifestada momento a momento.

¿Qué es, por último, dejar que salga la sabiduría? Para empezar, la sabiduría no es algo que se cultiva y se va fortaleciendo, tal y como ocurre con la erudición que aumenta en la medida que somos capaces de conocer más y establecer relaciones entre las distintas cosas que conocemos. La sabiduría es una experiencia de comprensión intuitiva que permite experimentar la unidad más allá de la apariencia de la forma. Por eso la sabiduría "se muestra". La sabiduría surge de la experiencia de concentración como el loto del fango. Este aspecto incontrolable ha sido la tónica de muchas experiencias espirituales a lo largo de la historia de la humanidad y no pertenece a una religión en concreto. Es parte de la posibilidad del ser humano. Ese aspecto no-causal e incontrolable es lo que en algunas tradiciones se ha denominado "Gracia". Este término indica "lo sobrevenido" "lo no ganado" "lo espontáneo". No es un regalo de un ser caprichoso, sino una experiencia sobre la que no hay control causal. La sabiduría es una gracia porque no se la puede controlar. Como en último término tampoco podemos controlar la realidad, siempre hay parte de la misma que escapa a nuestra mirada miope. Por eso el sabio siempre es humilde. Si creemos que sabemos algo, entonces ignoramos que desconocemos casi todo. El sabio es consciente de que no puede abarcar la realidad, pero la siente en sus venas, danza con sus impulsos vitales y se derrama en sus entrañas

Comentarios

  1. Muy Bello Miguel. Me hizo mucho sentido desde donde estoy mirando estos meses...abrazo en la ilusoria distancia, otro para Ana. Gracias querido amigo.

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    1. todos los días estais presentes a la "hora de tomar té" Siempre, amigos

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