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Mostrando entradas de febrero, 2015

ZEN Y MINDFULNESS

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Willigis Jaeger  y J. Kabat-Zinn E sta es una pregunta que me hacen con frecuencia. Es lo mismo la práctica del zen que la de mindfulness? Mi respuesta es "depende". El zen es una tradición espiritual y responde a una búsqueda radical y existencial de la persona. Por tanto, al igual que otras tradiciones supone una decisión personal orientada hacia una experiencia liberadora y transformadora que consiste en vivir la verdadera naturaleza de la realidad sin el velo del ego y en su potencialidad infinita en la que estamos plenamente inmersos. En este sentido, no existe gradualidad. La experiencia, se vive o no se vive. Uno puede pasar años praticando y de repente surge esa experiencia entre turbadora y sumamente dulce. Experiencia que no te saca de lo que vives, sino que de repente, te hace ver que todo está bien, que todo tiene sentido aunque no sepas cual es. El zen es zazen. No tiene metas que ir cumpliendo, simplemente expresa lo que ya es. El zen está mas allá del movi

¡LAVA TU CUENCO!

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U N DISCÍPULO pregunta a su maestro (Zhao Zhou),maestro, acabo de entrar en este monasterio, por favor, instrúyeme. El maestro le responde, ¿ya has tomado tu desayuno? el discípulo responde: No maestro me importa sobre todo la instrucción. El maestro entonces le dice: Ve a desayunar. Al día siguiente se repite la escena y el discípulo le dice: maestro instrúyeme en la iluminación. El maestro repite ¿Ya has tomado tu desayuno? El discípulo inmediatamente responde: Sí maestro ya lo tomé. Entonces el maestro lo mira intensamente creando una expectativa complaciente en el discípulo y le dice con serenidad, muy bien, entonces... lava tu cuenco. Esta historia es la vida. Nuestra vida se consume en las expectativas. Miramos las cosas esperando que cambien, nuestra mente se devana en pensamientos sustitutorios de la realidad. Miles de posibilidades de lo que no es, para que el ego se pueda refugiar en un mundo creado a su gusto... pero que no es el que en ese momento está ahí. Por eso, el

VIGILANTES

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L a palabra "vigilantes" viene del término vigilia, que es el nombre que nosotros damos a la conciencia común, la que tenemos desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir y significa estar despierto. Pero ¿En verdad estamos despiertos? En la conciencia de vigilia se mezcla la imagen que nos hacemos del mundo a través de la percepción y las ensoñaciones, pensamientos teñidos de emoción y fantasía, deseos, y arrepentimientos. ¡Los hubiera y tendría!. Esos verbos que presentan la irrealidad. Estar vigilantes de verdad es cultivar la actitud de quien vive y no quiere escapar ni un segundo de lo que el bullir de la existencia le depara en cada instante. La vigilancia se fortalece en el ejercicio de zazén. En la postura de meditación simplemente estamos vigilantes. Ni dormidos, ni ensimismados, sino presentes en el ahora y clavados en la tierra como los mojones que marcan el camino y observan impávidos el devenir de peregrinos y el trasiego de transeúntes. 

LA SENSACIÓN SENTIDA

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C uando uno comienza a sentarse en zazén no se puede imaginar cuánto le va a enseñar la postura. Parece que dominar esa postura sin apoyos en la espalda, sentados en el suelo, con el vientre distendido y respirando de forma abdominal, los hombros relajados, la nuca estirada, el mentón ligeramente hundido. Empujando con la coronilla el cielo y con las rodillas clavadas en la tierra, será una tarea complicada e innecesaria. En el fondo seguimos pensando que meditar es concentrar la mente. Es la mente la que trabaja. ¿Qué importa una postura u otra? Nosotros somos occidentales, y en occidente el cuerpo ha sido visto, en general, como un estorbo. Un asno al que domar, un conjunto de materia densa y pesada que se apega a la tierra. Ya desde Platón, el cuerpo era la cárcel de la "psiché".