VIGILANTES

La palabra "vigilantes" viene del término vigilia, que es el nombre que nosotros damos a la conciencia común, la que tenemos desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir y significa estar despierto.
Pero ¿En verdad estamos despiertos?
En la conciencia de vigilia se mezcla la imagen que nos hacemos del mundo a través de la percepción y las ensoñaciones, pensamientos teñidos de emoción y fantasía, deseos, y arrepentimientos.
¡Los hubiera y tendría!. Esos verbos que presentan la irrealidad.
Estar vigilantes de verdad es cultivar la actitud de quien vive y no quiere escapar ni un segundo de lo que el bullir de la existencia le depara en cada instante. La vigilancia se fortalece en el ejercicio de zazén. En la postura de meditación simplemente estamos vigilantes. Ni dormidos, ni ensimismados, sino presentes en el ahora y clavados en la tierra como los mojones que marcan el camino y observan impávidos el devenir de peregrinos y el trasiego de transeúntes. 

Sí. Cuando ralentizamos la actividad física y mental no huimos de la vida, al contrario la conciencia de vigilia se hace más vigilante, si cabe. Y en esa atención prolongada, sostenida y vuelta a enfocar, una y otra vez, la vigilancia se hace más aguda, se hace más presente en la realidad y poco a poco sin darse uno cuenta deja de ver la realidad como algo más allá, como un algo otro lejano que se juzga y analiza. La vigilancia deja de ser un mirar para convertirse en un ser penetrado y penetrante. La vigilancia nos acerca a ese espacio en el que ocurre lo más extraordinario de la existencia: su fluir permanente, siempre nuevo y presente. Todo lo que existe surge y se desvanece en un trasfondo misterioso, siempre presente. El haber estado ahí siempre, y el ser algo "evidente", hace que con frecuencia también se de por supuesto y por ello mismo, ignorado y desapercibido. Pero para el ojo vigilante que no mira el dedo sino la luna lo oculto se hace visible con tanta luz que oscurece todo y todo se vuelve nada ante la fuente inmarcesible e inmutable en la que todo es posible.
Basta estar vigilante, ya que no hay un lugar, ni un momento no hay un ritual ni un acto mejor que otro. Su presencia se manifiesta en cualquier instante y en cualquier lugar, porque nada escapa a su aliento cálido y vivificador. ¿Vigilar qué? si el vigía supiera lo que viene se prepararía a ello. Pero la vigilancia siempre está abierta a la incertidumbre. ¿Vigilar qué? Vigilar todo y nada. Sólo vigilar

Comentarios

Entradas populares de este blog

NADA FALTA NI SOBRA

EL MANANTIAL DE LA SABIDURÍA

BELLEZA ESCONDIDA.