SINFONÍA DE COLORES


Ha llegado el otoño a Madrid. La naturaleza ejerce un poder especial sobre nuestra capacidad de observar, de ver, de sentir. La conexión con nuestras sensaciones se acompasa con los ritmos de la naturaleza. El invierno nos conecta con el silencio y el sonido que lo quiebra. El sonido de la nieve cuando la pisamos. El aleteo de un ave que rompe a volar. El silencio está siempre en el invierno como un fondo de pantalla sobre la que se escribe el sonido sutil y quebradizo.

El otoño, en cambio, es una sinfonía de color. Colores imposibles, colores que uno nunca imaginaría juntos y armónicos. Rojos, verdes, amarillos, ocres, granates... todos combinados en un armónico y hermoso panorama. El sol, por su parte hace que los colores brillen y se iluminen alternativamente. El sol del otoño nos permite ver una y otra vez. Ese encender y apagar, ese aparecer y ocultarse, ese dejar que la lluvia permita dar un toque de frescura al color. Ese juego de vida que conecta con la capacidad de sentir, de percibir, de romper el piloto automático que nos ata a la fantasía de nuestra mente y nos aleja de la vida.
La práctica zen fomenta la atención a lo que se presenta en cada instante, permitiendo que la realidad nos configure. La realidad la vemos siempre como algo diferente como algo que está ahí fuera y con la que nos relacionamos. Pero cuando abrimos la conciencia y dejamos que la realidad penetre en nuestro corazón, o mejor dicho, nos vivimos mutuamente dejando que los colores del otoño jueguen con nuestras sensaciones y nos hagan sentir la realidad más allá de algo que está fuera, entonces respiramos el otoño y éste se hace vida en nosotros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

NADA FALTA NI SOBRA

EL MANANTIAL DE LA SABIDURÍA

BELLEZA ESCONDIDA.