LA VIDA SIGUE

Hace algunos días que no escribo. La vida me ha llevado a visitar a mi maestro Willigis en Alemania, y luego a asistir al nacimiento de Alejandra, la nieta de mi pareja.
Esta experiencia me conecta con el fluir de la vida misma. Desde nuestra perspectiva limitada por la mente, vemos una vida que empieza y otra que acaba. Principio y fin. Origen y término. Esos son los parámetros en los que nos movemos con la mente lineal. Pero, ¿En verdad es así la realidad? ¿Acaso la vida puede tener fin?
La vida, al igual que la conciencia es un fluir que va más allá de las formas concretas. Cierto que las formas estamos sometidas al tiempo, a ese tiempo en el que se pueden mantener unidos todos los elementos que componen nuestro cuerpo concreto. Somos un compuesto dinámico que recibe la vida y la mantiente durante un tiempo. Pero la vida que nos alienta y que se manifiesta de forma consciente en nosotros es algo que no tiene ni principio ni fin. Una vez más, nuestra mente, que sólo puede captar la forma, nos identifica con la forma concreta que creermos ser. Aun cuando esa forma esté cambiando permanentemente,  y por tanto, esté siendo y no siendo a la vez, la mente la persigue incesantemente para tener una sensación de seguridad y de fijación, pero la vida siempre sorprende, siempre incita a pregutarse de dónde viene y a dónde va.

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