PERSEVERANCIA Y TRANSFORMACIÓN


Hace ya varios años vi la película "Primavera, verano, otoño, invierno y primavera", del director coreano Kim Ki Duk. No cabe duda de que es una película con un profundo contenido espiritual y que muestra el ciclo imperturbable de la vida plena de belleza en un lugar extraordinario, frente a las turbulencias emocionales del ser humano.
En efecto, el camino de la conciencia "no es para pusilánimes ni para quienes se han acostumbrado a negar los anhelos más profundos de su corazón" dice J.Kabat-Zinn (La práctica de la Atención Plena, 2011) Al contrario, una de las razones por las que cuesta tanto perseverar en la práctica meditativa es porque pone al descubierto nuestras limitaciones,
revela nuestras capas de verdad, desde la verdad de nuestra impermanencia, de nuestras sombras, de nuestras herencias limitantes, de nuestras tendencias compulsivas y creencias adquiridas, hasta la verdad de nuestra esencia luminosa. Todo, menos la apariencia del personaje con el que nuestro ego se siente identificado y que intenta defender como sea. La práctica meditativa es un proceso integrador de un sistema complejo que somos nosotros, por medio de la atención, según describe D.J. Siegel (Mindsight, 2011). A nivel cerebral, este proceso sigue diversas direcciones: integración horizontal, es decir de hemisferios disolviendo la lateralidad predominante. Integración vertical de funciones cerebrales inconscientes básicas, pasando por emocionales hasta llegar a la conciencia, simbolismo y experiencia vivida. Pero también existe una integración que podríamos llamar funcional. Si nuestra corteza elabora mapas con patrones diferentes para distintas funciones, como la inteligencia, los sistemas senso-motores, la conciencia emocional, la conciencia corporal etc. y estas partes de activan según los diferentes estímulos, hoy sabemos que en meditación se produce un fenómeno denominado sincronía de ondas gamma, que es como una tormenta eléctrica controlada y armónica de alta actividad neuronal pero perfectamente integrada. Ahora bien, como en todo proceso complejo esto requiere tiempo y equilibrio. Siguiendo a Siegel, los sistemas complejos son autorregulados, carecen de un programa predeterminado que paute las respuestas en cada momento. No, se trata de un flujo que va entre el caos y la autodestrucción y la rigidez estructural. El arte consiste en aceptar este flujo en el que cada momento es único, sin "formas correctas de actuar" sin "pre-juicios" sin nada preestablecido, sino reconociendo la oportunidad de expresar en este instante la respuesta más adecuada del sistema integrado en el todo y cuyo flujo de energía que le constituye se integra en la totalidad de forma constante.
Meditar es una práctica muy sencilla. Es más simple que manejar un auto o hacer Tai Chi, sin duda. Pero sólo en apariencia. Porque lo complejo no es lo que hacemos, nuestra gestión externa, lo complejo realmente somos nosotros y meditar es simplemente fluir en la complejidad sin añadir ni quitar nada. "El camino es perfecto como el espacio infinito, donde nada falta ni sobra" (Shin Ji Mei). El camino de la conciencia es una decisión sublime que nos saca de la oscuridad adormecida de los patrones de pensamiento y experiencia afianzados en el ego. Pero como toda decisión contra corriente exige paciencia y determinación. No ceder ante las dificultades que sólo muestran las tendencias de breafirmación de nuestro ego. Ir más allá: Gate, Gate, paragate, parasamgate,  Bodhi Svaha (vamos, vamos, vamos más allá, vamos a la otra orilla, iluminación y gozo)

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