LA LUZ EN LA NOCHE SANGRIENTA

LA noche nos acerca al mundo de los miedos. Con frecuencia la oscuridad tiene un impacto en nuestro inconsciente trayéndonos a la mente la realidad de la muerte. Esta pasada noche en París, la imagen, la metáfora se ha hecho realidad. La vida termina en un instante cuando la barbarie humana de la inconsciencia prevalece. 
¿Acaso no es necesario cultivar la conciencia plena? ¿Acaso no es importante ejercitar la mente para escapar de los mecanismos ocultos de miedos ancestrales, de odios recónditos, de cegueras alimentadas por mecanismos sociales nacidos de cegueras más ciegas si cabe?

El maestro Jesús de Nazaret  dijo: si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el pozo. ¡Qué cierto! Pero, lamentablemente seguimos instalados en la ceguera. Estoy seguro que hoy, la mayoría de las instancias públicas hablarán de culpables, de ignominia, de terror, de abominación, de víctimas y verdugos, hablarán en categorías bélicas, de batallas perdidas y guerras ganadas, de no ceder ante la tiranía del terror. Seguro que muchos expresarán en esas palabras su frustración y su rabia y desearía hacer, como mínimo, lo mismo que los terroristas han hecho a sus amigos o familiares. Sin duda el ser humano es el único animal asesino en sentido estricto y vengador.

Lo ocurrido en París esta noche nos debe servir para buscar la luz en la noche. Si nos enrocamos en el odio, no habremos aprendido nada. Si damos rienda suelta al miedo y a la venganza, todo seguirá igual y será cuestión de tiempo volver a experimentar el horror. 
La muerte es parte de la vida, pero la muerte violenta es fruto de la ceguera que nace del odio alimentado día a día. Hoy en París, mañana puede ser aquí, en tu barrio, en tu edificio, en el colegio de tus hijos en el supermercado. Nadie estamos a salvo de la ceguera de la barbarie. Yo sé que como ciudadanos, como individuos, poco podemos hacer a nivel ejecutivo, esa es responsabilidad de las autoridades, pero hay algo que nadie puede hacer por nosotros y es cultivar nuestra mente. Lo que siembras eso recoges. 


Tú y sólo tú decides si permites que tu pensamiento y tu corazón se llenen de odio, indiferencia, miedo, etc. o buscas la luz en medio de la noche dejando que sea ella y sólo ella la que ocupe tu conciencia. ¿Que qué luz, te preguntas? Sí lo entiendo, en noches como esta se ve poca luz, sin duda, pero hay una luz que no se extingue nunca: la luz del amor más allá del odio. Sé que lo que escribo no es fácil. Sé que muchos pensarán que es fácil redactar unos textos sentado en una habitación cómoda y sin tener un familiar descuartizado en una fría morgue o sufriendo en un hospital. Cierto. Por eso aprovecho esta circunstancia que hoy a mi me permite regalar a todos mi reflexión para ayudar a que el incendio no se propague y a sostener la cordura alentando, lo único a lo que nos podemos agarrar y que constituye la única lección. El amor más allá del odio no es una frase poética o un falso consuelo espiritual. Es una energía, una fuerza capaz de transformar las cosas igual que el calor derrite el hierro más duro. 

El amor más allá del odio se muestra en el dolor por la ausencia del ser querido. Ahí se ve el amor, se siente la pérdida, y en ese instante podemos elegir ser conscientes de lo que nos aporta ese amor a esa persona, ser conscientes de cuánto lo queremos y de que ese amor no tiene límite, lo seguimos queriendo y lo querremos siempre, ese amor alumbrado en el dolor más hondo y resquebrador nos revela algo de nosotros y es que lo que somos está unido a otros a otros muchos que nos aman y nos han amado, a otros que también sienten el mismo amor y dolor. Que no somos seres aislados y desconectados de la humanidad ni de la vida. Vivimos vinculados y nuestra vida es posible gracias a todo lo que nos rodea y a todos los que nos quieren. El amor es la vida y si nos queda vida es que todavía tenemos amor, mucho del cual se lo debemos a ellos, a los que se han ido, a los que nos los han arrebatado. Amor, sí, es la única luz. La que nos permite evitar la barbarie haciendo lo que sea necesario, pero haciéndolo por amor, no por odio. 
La única luz en la noche terrible del odio y del terror es la conciencia plena empapada de amor esencial, de ese amor que nos da la existencia y que se expresa en dolor cuando nos la quita. Está en nuestra mano, en nuestra mente, en nuestra palabra, día por día.

Comentarios

  1. Gracias Miguel por tu reflexión. También sentados en nuestras cómodas mesas estamos impactados.... Abrazo

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    1. Gracias Ana, seguro que todos podemos hacer algo, podemos cambiar algo en nosotros y nuestro entorno y tener compasión por todo ese dolor. Un abrazo para ti

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. Me encuentro con tu texto un poco tarde. Me hubiera encantado leérselo a mis alumnos el lunes tras el fin de semana de los atentados. Torpemente les traté de comunicar algo parecido. Me ha emocionado mucho leerlo. Gracias

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