"LA VIDA ES AHORA" Bárbara Porter


En efecto, el título con el que empieza este post no es original. Hace referencia al título de un libro de la psicóloga Bárbara Porter de Chile. Y viene a cuento porque ayer asistí a una conferencia suya en Viña del Mar organizada por El Mercurio de Valparaíso. El tema que trató fue: mindfulness en la vida cotidiana. Conciencia plena en el día a día. Sin duda un tema que se aproxima mucho a la práctica zen. El zen, al igual que otras muchas tradiciones contemplativas tiene como punto de partida la experiencia de otro para después sumergirse en la experiencia propia. De esta manera se crea un círculo de retroalimentación, a medida que crece mi experiencia más entiendo la del "otro", entendiendo por otro el que tiene más experiencia.
Ayer Bárbara demostró experiencia y sencillez. Su didáctica exposición hizo muy ligera la aproximación a la práctica de mindfulness y su precisión y matización demostraron finura en la experiencia. Yo me quedé especialmente con el título de su libro. En efecto la vida no es mañana, ni fue ayer, La vida es ahora. Ese ahora que se va yendo de las manos instante a instante. Ella habló de que muchas veces nos perdemos la vida por ir en piloto automático y nuestro consciente apenas registra lo que hacemos ya que la mente se ve absorta en otras cosas en otros lugares en otro tiempo diferente del momento presente. La pregunta que me surge siempre al tratar este tema es ¿Acaso la mente no ha evolucionado de la mejor manera? ¿Acaso hemos creado un marco educacional que nos conduce irremediablemente a la infelicidad? Aunque, eso sí, podemos diseñar aeronaves, puentes, grandes edificios o operar nuestro cerebro y curar miles de enfermedades.
En efecto, la mente es una poderosa herramienta que requiere del uso adecuado y del lugar adecuado. La absolutización de la capacidad de la mente racional nos ha hecho dividir a las personas en inteligentes y menos inteligentes, en cultos e incultos, pero no tanto en hábiles o inhábiles en el uso de la capacidad mental. La habilidad no es cuestión de cantidad sino de acierto.
El zen sabe desde hace mucho tiempo que la mente discursiva no es el camino hacia la experiencia de la naturaleza última de las cosas. Porque la mente discursiva se asienta en el ego que se identifica con los pensamientos y hace de los pensamientos la experiencia de la realidad. Vivimos la realidad desde nuestros pensamientos. El zen no quiere ver la realidad por la ventana, sino saltar a la calle y sentir el frío de la nieve en la planta de los pies y el golpe del viento en las mejillas. Y al respirar el aire frío permitir el abrazo del universo helado en la calidez del cuerpo que habito.
Gracias Bárbara por tus palabras

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