LA SONRISA TRASCIENDE EL PENSAMIENTO
cortesia de leyendas-de-oriente.blogspot.com
Los seres humanos hemos sido dotados de palabra para acceder a la realidad, no sólo por el impulso de la supervivencia sino símplemente para reconocerla y compartirla de forma gratuíta. Este don de la palabra ha sido clave para la socialización y la ventaja competitiva como grupo. También ha resultado indispensable para la hermenéutica de la realidad, para dar sentido investir de simbolismo las cosas generar creencias y determinar comportamientos. La palabra nos permite apropiarnos de la realidad y lanzarla a nuestros semejantes depués, eso sí, de pasarla por nuestro filtro personal. Pero existe un nivel de comunicación que está más allá de la palabra. Que es inmediato y que se transmite por contagio. Es el caso de la sonrisa. Una sonrisa cambia las cosas. El origen del zen está en una sonrisa. Cuando, según la leyenda Buda iba a dar una charla muy especial, se habían reunido multitud de seguidores a escucharlo, entonces él apareció con una flor en la mano y pasó el tiempo sin decir ni una palabra, la multitud se fue incomodando y entonces Mahakashyapa, sin poder refrenarse empezó a reír. Buda, sonriendo también se acercó a Mahakashyapa y le entregó la flor, diciendo, "todo cuanto puedo enseñaros con palabras ya os lo he dicho, pero con esta flor lo que entrego a Mahakashyapa es la llave de toda enseñanza".
En efecto hay algo que está más allá de las palabras, una sabiduría que emociona como la risa, como la pasión, como todo lo que uno resuena con todo su cuerpo. El zen no es intelectual, ni serio, ni trascendente. El zen es la vida vibrando en cada instante despertando una sonrisa siempre que nos sorprende, aunque sea evacuando en el cuarto de baño.
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