"LAS MONTAÑAS SON MONTAÑAS"
Al mirar la cordillera frente a Santiago siento que se detiene el tiempo. La inmesa mole que emerge del horizonte la siento como una explosión de enegría primigenia detenida en un instante. En ese único instante de la mente que lo percibe y que luego se desvanece, para volver a aparecer de nuevo y encontrarse frente por frente con la montaña, una vez más, mirando impasible, en una eterna impermanencia inmutable.
Sin duda, instante por instante "las montañas vuelven a ser montañas", la mente vuelve a ser mente, la realidad vuelve a ser, pero vuelve, instante a instante. Parafraseando el dicho zen, sin mente no hay realidad, pero sin realidad no hay mente. El maravilloso encuentro que se produce instante a instante y que está en la base de nuestra experiencia vital es un continuo baile en el que paso a paso el bailarín deja que fluya en su cuerpo la forma estética y a la vez desaparezca para dar paso a otra y otra y otra...
"Mi amado, las montañas". Quén pudo entender esta frase del místico Juan de Yepes en una cultura del Dios separado de la realidad. Pero, sin duda, la experiencia de este místico que sentía la montaña reflejo de todo el universo, iba más allá. Ahora sólo miro la montaña y siento como ella me mira, ¿no será esto autoconciencia? 

Comentarios

  1. Muy buen articulo Miguel, cuando se sabe escuchar al silencio , los actores de la naturaleza pasan a ser nuestros compañeros, a los cuales , empezamos ha valorar como una química necesaria de felicidad y estabilidad personal.

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