DÍA DE LA MADRE

Podría ser Lucy la madre de todos

En el mes de mayo se celebra el día de la madre. Hoy en México mañana en Chile y el pasado domingo en España, países con los que estoy especialmente unido. Todos los seres vivos tenemos una madre porque la vida se extiende eslabón a eslabón. Dedicar un día a tomar consciencia pública de nuestro vínculo con la vida a través de nuestra madre está bien. Pero, en realidad, nuestra madre la llevamos puesta en todas y cada una de nuestras células. Puede que haya personas que tengan problemas con sus madres, incluso que no sean capaces de perdonarles actos concretos o aspectos de su propia relación personal como adultos, pero no debemos olvidar, -y eso es lo más importante,- que un día fuimos ella. Allá en lo más recóndito de su ser brotó nuestra incipiente vida, en el momento en que su cuerpo estaba preparado y dispuesto, nosotros fuimos ella, parte de ella, fuimos regados con su sangre, fuimos respirados con su respiración y durante un tiempo nuestra vida era la suya.
Esta experiencia, que la mayoría la tenemos muy lejos, no ha desaparecido de nosotros, está ahí formando parte de nuestra estructura psicológica profunda. Cuando meditamos, a veces desaparece la sensación de yo, de ego identitario, de ser alguien que hace algo, o importa a alguien, o piensa algo etc. Algunos psicólogos lo denominan sentimiento oceánico o de vientre materno. El zen no es un medio para alcanzar la experiencia de la vida, sino que es la vida y en la vida no hay yo y tú, no hay ser humano y animal, la vida fluye en todas sus expresiones.  El zen nos coloca en la experiencia de unidad con la vida, que somos y que fluye a través nuestro, dando y recibiendo a la vez.
Honro a mi madre y a todas las madres del mundo que hacen posible la vida, y honro y respeto también a las que desde su libertad deciden lo contrario porque no soy quien para juzgar a nadie.
Sólo en la medida que aumenta mi consciencia de la vida, de cada respiración, de cada aliento, de cada instante vivido, sólo en esa medida, puedo agradecer a mi madre el haber decidido permitirme iniciar esta aventura hacia la plena consciencia. El ego adulto con frecuencia se avergüenza de las madres porque ponen de relieve su vulnerabilidad y la experiencia de que un día fuimos dependientes, débiles y frágiles...
Esto me recuerda la historia Shoun y su madre. Este maestro zen tuvo tan presente el amor de su madre que no le importó quebrantar normas y parecer ridículo y estúpido delante de los demás por demostrar este amor que le unía a su madre, pero no se trataba de mero sentimiento, sino que más allá de la sensiblería que a veces adorna este día,se trata de la vida que no cesa, que continúa, que fluye. Por eso cuando al regresar un día Shoun al monasterio donde vivía con la madre le dijeron que había muerto y que iban a enterrarla, Shoun alcanzó a la comitiva y se acercó al ataúd, y golpeando con su bastón dijo: "Madre tu hijo ha vuelto" a lo que la madre contestó: "Estoy contenta de que así sea, hijo". Yo también dijo Shoun. Entonces, dirigiéndose a la gente dijo: "La ceremonia ha terminado". La experiencia de la vida es que es una sin fin ni principio eso es lo que simboliza el Enzo, el círculo sin principio ni fin, el vacío, el vientre del que surge la forma.

Comentarios

  1. Ppreciosa foto y muy buen artículo, felicidades Miguel!
    Carlos

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  2. Gracias Carlos por tu comentario. Esta foto es muy inspiradora, sabía que tú lo apreciarías especialmente.

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  3. Muchas gracias Miguel por permitirnos detenernos y estar con nuestra madre y nuestra etapa primal. Sin miedo a la vulnerabilidad y absolutamente confiados. Un abrazo! Fran

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