SERGIO LARRAIN, Una mirada que atraviesa la vida


Cortesía Exposición Santiago

Sé que es un título un poco largo para lo que tengo por costumbre en este blog, pero estoy seguro de que lo vais a entender perfectamente.
No sé muy bien por qué, pero no es la primera vez que encuentro un vínculo entre la mirada contemplativa y la fotografía. Valgan como ejemplos Dokusho Villalba, que tiene una gran colección de instantes zen o también Matthieu Ricard, monje budista tibetano de origen francés que ha publicado varios libros de fotografía entre los que destaca Tibet un viaje hacia el interior. 
La fotografía que hoy quiero comentar y que me ha impresionado profundamente es la del artista chileno ya fallecido Sergio Larraín. Un hombre misterioso, que un día después de alcanzar las más codiciadas glorias del reconocimiento en el arte de la fotografía (ya en 1959 era miembro asociado de la prestigiosa agencia Magnum) decidió retirarse al pueblo de Ovalle donde se dedicó a enseñar yoga y a escribir algunos libros que repartía entre los niños y jóvenes del pueblo. Libros sin autor, como en la antigüedad.
La fotografía de Sergio Larraín es como una hierofanía de la vida cotidiana más humilde. Una ropa tendida se muestra como un grupo humano vivo y conversando al ser movida por el viento. Los dos niños cabeza abajo me sugieren cuán alterada está la realidad ¿Qué es lo que está arriba? ¿Qué es lo que está abajo? ¿Cuántas veces el mundo que vemos tan "al derecho" no es sino una locura incomprensible y exasperantemente injusta que se entendería mejor si lo mirásemos al revés, tal y como  ven el mundo estos chavales. Esto me recuerda una anécdota que viví con la maestra Bárbara Kosen. Un día que la estaba visitando en su casa de Madrid ella me mostró unas fotos de la última estancia en el templo de su sanga: Sorin-ji. En la foto se la veía alumbrada por una hoguera. De repente me entregó la foto intencionadamente al revés, de forma que ella estaba cabeza abajo y el fuego por arriba. Instintivamente yo di la vuelta a la foto para verla al derecho y ella, volvió a dar la vuelta a la foto. Ese gesto me hizo inmediatamente entender que era una lección. Esta lección me ha acompañado durante muchos años como un koan. Me ha ayudado a no ver las cosas con "normalidad" no mirar lo obvio, lo acostumbrado, lo consensuado, sino lo que es en sí.
Esta es la mirada que atraviesa la vida de Sergio Larraín. Una mirada de sabiduría no de gloria humana. Sergio huía de la prensa y de la fama. De hecho la exposición  que vi en Santiago sólo fue autorizada por él cuando ya hubiera abandonado este mundo, cosa que ocurrió el 7 de febrero de 2012. Así fue, su mirada sabia se escondió detrás de los objetivos de su cámara, captando la cotidianidad que casi nadie vemos y que nos pasa desapercibida por nuestra desatención. Instantes mágicos. Esa mirada de la prostituta de Valparaíso, mezcla de deseo y repugnancia reflejada en un espejo del bar, envejecido y algo deteriorado por el salitre del mar. Ese juego de formas que expresan vidas más allá de las prisas y la inconsciencia . Su última época la dedicó a enviar cartas a sus amigos acompañadas de alguna fotografía y dibujos o sencillas pinturas. Una de ellas es un simple perchero del que cuelga una chaqueta sencilla. Me llama poderosamente la atención el juego de luz y sombra, la armonía de los volúmenes su simplicidad y sus líneas perfectas. Era perfecta. Se titulaba: SATORI.   

Comentarios

  1. Muy interesante, gracias por compartirlo! Desconocia a este fotografo pero la foto q ilustra este post es impactante, llena de movimiento.

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  2. Gracias a ti por compartir tu comentario. Un saludo

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  3. Bello... y que importante lección, para mi hoy es que es una elección, nuestra elección, como decidimos mirar la vida, porque así es como la viviremos también.

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  4. Sin duda, Guillermo, esa es la tarea de la vida.,Muchas gracias

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