TIC TAC TIC TAC


Antes de seguir leyendo, mira por favor la foto. ¿Qué te sugiere?...
Siempre me han impresionado esos relojes de torre. Allá en lo más alto de un pequeño pueblo o en la plaza de una ciudad como guardianes vigilantes del tiempo. Ton..Ton...Ton...Es como si desde su altura nos marcasen el paso a los humanos recordándonos que estamos en medio de una medida de la vida, de una vida que pasa instante a instante y que se dirige hacia su término.
Pero mi experiencia es que el tiempo, en realidad no existe. El tiempo es sólo el resultado de la fijación de nuestra mente a un instante y luego a otro y a otro... y luego la comparación con otro que quedó en nuestra memoria y el juicio de si este es mejor o peor y de este modo terminamos por poner números a esos momentos de experiencia y creamos un reloj que colocamos en una torre para que de esta manera, todos nosotros al mirarlo podamos comparar lo que vivimos con lo que hemos vivido y con lo que tenemos que vivir.
Ahora bien, el tiempo que hemos creado se convierte a menudo en una fuente permanente de estrés y de sufrimiento. No me refiero a cumplir horarios que son necesarios para la convivencia, sino a ese tiempo que nos agobia cuando decimos: "es que no tengo tiempo para nada", "no me cunde el tiempo".
Muchas veces me cuestiono cuánto tiempo se nos va en meras elucubraciones. En fantasías. En ensoñaciones. Cuántas veces nuestra mente queda como en automático y decimos "se me ha ido el santo al cielo". En esos momentos el tiempo desaparece, huye fugaz para volver al rato de forma implacable apurándonos y diciendo ¡Mira que hora es!
Cuando nos sentamos vemos el tiempo con otra perspectiva. Todos hemos experimentado que un minuto puede ser eterno y luego, de repente, puede suceder lo contrario, todo el tiempo de la sentada nos parece a penas un minuto.
El tiempo, en verdad, no existe. Ya sé que puede resultar una afirmación chocante, sé que todos vivimos la experiencia del tiempo a todas horas pero te invito a ir un poco más allá. Observa el ahora. Observa el momento en el que la conciencia simplemente se funde con tu existencia y con la acción que realizas. En ese instante la conciencia fluye sin detenerse y como ese flujo es constante desaparece toda referencia y por tanto desaparece el tiempo. Y la pregunta es ¿Cómo es posible que el tiempo sea algo tan marcado en nuestra experiencia y a la vez algo creado por la mente, algo inexistente? Por la misma razón por la que la sensación de ego de identidad personal es tan fuerte y a la vez es algo efímero cuya manifestación es permanentemente cambiante y que un día desaparecerá. Ni el ayer ni el mañana tienen más sentido que la identidad de nuestro yo que se hace de recuerdos y proyectos y  que vamos creando tic tac a tic tac, igual que el reloj va creando el tiempo momento tras momento.

El maestro Chao Chou preguntó a su maestro Nan Ch'uan: ¿En qué consiste el verdadero camino?
Éste respondió: "El espíritu ordinario, ese es el verdadero camino.
Las flores perfumadas en primavera.
La luna plateada en otoño.
La brisa fresca en verano.
La blanca nieve en invierno.
Si el espíritu no se turba ante preguntas banales
Cada día será un instante feliz en la vida de los hombres

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